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Lo que sí tienen en común los metales preciosos con el dinero fiduciario

Lo que sí tienen en común los metales preciosos con el dinero fiduciario

Los metales preciosos y el dinero fiduciario comparten rasgos y funciones, aunque uno es un sistema derivado y degenerado del otro.

Una cosa que comparten, siempre y cuando hablemos del dinero fiduciario en papel, no el electrónico, es que han sido utilizados en centenares si no miles de transacciones económicas.

Tanto el papel, como el metal precioso, es testigo de innumerables transacciones entre particulares, entre empresas, de herencias, etc...

Una moneda de oro actual, debido al uso de metal reciclado, puede contener oro perteneciente a una moneda antigua. ¿Cuántas manos ha conocido ese mismo oro? Imposible saberlo. Lo que sí podemos saber es que muchos negocios se han celebrado con cualquier moneda numismática que adquiramos. Esas monedas tienen una historia detrás, y de ahí que su precio sea superior al precio en peso.

Un billete fiduciario también contiene su historia, pero su vida acostumbra a ser mucho, mucho, más corta. Muchas menos transacciones en su haber, y de ser antiguo, una jubilación bien larga.

El oro y la plata nunca dejan de trabajar

La colecciones de billetes antiguos son fascinantes. Antes se imprimían billetes con diseños muy superiores y mucho más bellos que los actuales. Los diseños, al igual que en las monedas, cuanto más complicados y detallados mejor, ya que dificultan su falsificación.

De hecho, los diseños de los billetes y de las monedas se parecen. Básicamente hay el valor facial y el sello del soberano. En los billetes actuales la firma del banquero central sería el equivalente al sello del soberano, aunque el logo de la Unión Europea también sería parte de ese sello.

Valor facial, es decir, cuanto dice el rey que vale esa moneda o ese billete. Eso no quiere decir que dicho billete o moneda realmente valga eso. No ya en las monedas sin valor numismático o en las semi-numismáticas, sino ni tan siquiera con los euros que manejamos.

Hay valores faciales absurdos. Por ejemplo, uno puede adquirir un billete de veinte trillones de dólares de Zimbabwe. Son trillones anglosajones, no trillones europeos, y la cantidad es menor, pero sigue siendo disparatada.

También hay casos absurdos, como monedas de una onza de un valor facial determinado, cuyas hermanas de media onza poseen valores faciales superiores a la mitad del valor facial de la moneda de onza entera, siendo ambas acuñadas por la misma casa. No recuerdo en qué monedas lo vi, pero en este caso hablo de metal de inversión.

De hecho, si todos fuésemos personas diligentes, cuidadosas, y nadie falsificase billetes... En un escenario hipotético como éste, quizás el billete se asemejaría más a lo que es el metal precioso, pero aún así le faltaría todavía mucho para alcanzarle.

Una solución intermedia que es posible que lleguemos a ver, tal vez, es la de billetes modernos con láminas de oro y plata pegados en él, en cantidades muy inferiores al gramo. Con China queriendo respaldar el Yuan con oro, esto sería una posibilidad. Claro está, que en una situación así, el billete seria equivalente a los billetes de 500 € o superior, con lo que sería mucho mejor tratado, en principio, que un billete de 5, 10 o incluso 100 € (Ley de Gresham aplicada a los mismos billetes).

Es decir, es más que concebible, con la tecnología actual, el crear papel moneda que, de una vez por todas, pueda ser llamado papel moneda como tal. La tecnología lo permite. Otra cosa es que sea conveniente, necesario, bueno, etc... ¿Quizás láminas de oro protegidas por algún tipo de resina o plástico en las dimensiones de una tarjeta de crédito?

Eso sería otro híbrido entre la moneda y el papel moneda. La sociedad está acostumbrada a acarrear tarjetas de crédito en las billeteras, y éstas están adaptadas. Tarjetas sanitarias, tarjetas de crédito, tarjetas del bus, del metro y tarjetas del Ikea...

Las tarjetas han ido substituyendo en gran parte al dinero fiduciario en papel, luego entra en los posibles.

Sea como sea, aunque uno desprecie con razón el valor económico del dinero fiduciario, debe ser reconocido que hay aspectos positivos que podrían ser utilizados en el mundo del metal precioso de inversión.

En la actualidad, el equivalente para el inversor inteligente son las monedas de fracción de onza, o en pequeñas cantidades de gramos, tanto en oro como en plata.

Aunque tienen precios que no son proporcionales a las monedas de onza entera, debido a economías de escala diferentes, y por ende costes de producción más altos, son una muy buena inversión a tener en cuenta, casi un imprescindible. En activos que tienen los fundamentales a favor para poder afirmar que van a subir de precio de forma acusada, es más que recomendable disponer de fracciones en pequeñas cantidades, para en escenarios de precio mucho mayor, sea más fácil obtener liquidez inmediata.

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